Espectáculos por Rafaela Batalla.
Una desgracia pueblerina
que se hizo nacional
La historia de Vladimir Roslik y San Javier son el eje de un documental uruguayo.
El cineasta Julián Goyoaga (46) no recuerda cuándo fue la primera vez que escuchó hablar sobre el caso de Vladimir Roslik, doctor uruguayo que fue secuestrado, torturado y asesinado en 1984 y es considerado la última víctima de la dictadura, que terminó al año siguiente con la asunción de Julio María Sanguinetti, presidente electo de forma democrática que inició entonces su primer mandato.
Pero
más allá de no identificar un momento puntual en que conoció el caso,
Goyoaga afirma que desde entonces la historia de Roslik siempre lo
mantuvo intrigado. "La conocía superficialmente", recordó Goyoaga en
diálogo con El Observador. "Me acordaba de los titulares en el diario y
el impacto que había tenido", añadió.
Una
investigación impulsada por Valentina Bugaiov, sobrina de Roslik, motivó
la idea de profundizar el estudio de la vida del médico y de su pueblo,
la colonia rusa San Javier ubicada en el departamento de Río Negro, a
través de un largometraje documental.
El
resultado es Roslik y el pueblo de las caras sospechosamente rusas, la
ópera prima de Goyoaga como director, quien a través de la productora
Raindogs Cine estuvo anteriormente involucrado en la producción de
películas como Anina (2013) y Una noche sin luna (2014), entre otros
obras audiovisuales.
Roslik y el pueblo de las
caras sospechosamente rusas, que se estreno el pasado 31 de agosto y
actualmente se exhibe en cines de Montevideo y el interior de Uruguay,
toma como eje narrativo los testimonios brindados por María Cristina
Zavalkin, viuda de Roslik, y el hijo de ambos, Valery, quien tenía 4
años cuando su padre fue asesinado.
El documental
fue filmado a lo largo de cuatro años pero su proyecto empezó en 2011.
Entre los hechos narrados se repasa parte de una campaña electoral
llevada a cabo por Zavalkin para ser elegida alcaldesa de San Javier, al
tiempo que se retrata la confrontación que hace Valery Roslik como
adulto con el caso de su padre .
Como
realización documental, Roslik también se desprende del molde del género
al incluir tres segmentos animados que cuentan hechos ocurridos en la
familia Roslik en el pasado, incluyendo dos secuestros de Vladimir.
Como parte de Raindogs Cine, Goyoaga no es ajeno a trabajar con
animación y afirmó que sintió que este lenguaje era la forma apropiada
de narrar estos sucesos sin recurrir a un "enfoque amarillista"
sostenido por el testimonio de quienes lo vivieron.
"(La
idea) se ligó a lo que nos contó Valery. Él siempre lo vivió como si
fuera un cuento del que era protagonista", detalló el director. "Es lo
que termina pasando con estas historias. Es un cuento que contamos con
la memoria que nos recuerda algunas cosas y olvida otras".
Goyoaga
y su equipo, además, se insertaron en la cotidianeidad de San Javier,
que en 2013 celebró 100 años como pueblo. El documental incluye la
visión de vecinos de Roslik sobre su desaparición, al igual que
testimonios de habitantes que también fueron interrogados por militares.
De
acuerdo a Goyoaga, el filme comenzó originalmente con la familia de
Roslik como centro, pero su guion fue ampliándose a medida que el equipo
se adentró en la vida del pueblo. "La historia de ellos (la familia
Roslik) está ligada a la historia de San Javier, como colonia de rusos, y
luego se convierte en una historia nacional", concluyó.
Un golpe efectivo
Roslik
y el pueblo de las caras sospechosamente rusas es otra labor
sobresaliente de la productora Raindogs Cine. Al narrar un hecho
trágicamente real, el documental de Goyoaga no recurre a los golpes
bajos y en cambio permite un manejo sobrio pero duro en las emociones
transmitidas en los testimonios recogidos. La película también sorprende
en su exploración de la superación a lo adverso. La fotografía, la
labor de sonido y especialmente los segmentos animados son otros puntos
favorables del documental, que amerita ser visto en una pantalla grande.
Vía: El Observador.
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